lunes, 11 de noviembre de 2013

MÍMATE CON UN BAÑO DE SALES PERFUMADAS


Después de una larga y agotadora jornada busca un momento para ti y ¡MÍMATE!

Y que mejor manera de hacerlo que preparándote un apetecible baño de sales perfumadas. Todo tu cuerpo te lo agradecerá, especialmente tu piel y por su puesto, tu mente.

Crea un ambiente agradable, puedes colocar algunas velas o quemar un poquito de incienso. 

Mientras llenas la bañera, vierte una cantidad generosa de sales perfumadas. Aprovecha ese momento para limpiar tu rostro con tu limpiadora habitual. Visualízate disfrutando de tu merecido premio, recuerda todas las cosas buenas que han sucedido hoy, tus logros, por muy pequeños que te parezcan. 

Remueve un poco con tu mano para mezclar bien las sales con el agua y también para comprobar la temperatura de ésta. Métete lentamente en la bañera, siente el calor en tus pies y en parte de tus piernas. Siéntate despacio, para que tu cuerpo se vaya habituando a la cálida temperatura del agua. Puedes utilizar una toalla enroscada a modo de almohada para que tu cabeza descanse y así evitar cualquier tipo de tensión en el cuello.

Recuerda que este es tu momento, no permitas que el reloj o los pensamientos negativos lo empañen.

Ahora cierra los ojos, respira hondo y disfruta del aroma que emana del agua. Sientes tu cuerpo envuelto en una agradable sensación de ingravidez gracias al efecto de la sal. A partir de ahora, toma y expulsa el aire sin prisa, lentamente, disfrutando cada instante. Centra tu atención ahora en tus pies, siente cómo poco a poco se van relajando, continúa subiendo hacia tus piernas, el tronco, los brazos, el cuello... verás cómo en pocos minutos van despareciendo las tensiones. 

No olvides mantener esa respiración profunda y relajada por unos minutos más y aprovecha a adentrarte en tus recuerdos. Escoge uno que te haga sentir bien, que incluso te provoque risa, deja a tus labios sonreír mientras recreas esa anécdota tan agradable y divertida. Procura disfrutar ese ratito como si estuvieras allí realmente. Ahora todo tu cuerpo está libre de tensiones, has logrado hacer desaparecer el estrés, has conseguido quitar de tu mente las preocupaciones, sientes cómo comienzas a cargarte de energía, de entusiasmo.

Vuelve a respirar hondo y pausadamente pero esta vez, comienza a mover los dedos (de los pies y de las manos), continúa con el resto, hazlo despacio, abre los ojos, tómate tu tiempo.

Date una ducha tonificante para eliminar los restos de sales y para completar el baño relajante. Seca todo tu cuerpo con la toalla a toquecitos y aplica tu hidratante corporal. Por supuesto, no olvides tu hidratante facial.

¿Sabías que este es el mejor momento para aplicar cualquier tratamiento cosmético? Eso se debe a dos factores, uno es que el baño caliente ha dilatado los poros de tu piel y eso la hace más receptiva y otro, el ambiente húmedo y cálido contribuye a que se extienda mejor el producto y penetre mejor.

El resultado, una piel espectacularmente suave, tu mente despejada, y una sensación de bienestar que te invade de arriba a abajo.

Seguro que esta noche duermes como un angelito.

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